16 febrero 2010

Highway To Hell (3)

Título:  Highway To Hell (Parte 3)
Personajes:  Aimée Reed, Leonardo Ramírez.
Advertencia:  Crack. Meses después de Highway to Hell 2.

OMAS Santiago, Chile
19 de Julio, 2009
04:07 AM


Habían pasado seis meses desde que Alex los hubiera descubierto, a ella y Leonardo, abrazados en una posición más bien comprometedora, a las afueras del pub en Valparaíso (aunque si los demás se habían enterado, todavía era un misterio) y tan sólo tres desde que Aimée decidiera decirle que no podían seguir viéndose así.

Excepto que acababan de volver de una misión realizada con éxito, que por poco no lo había sido, porque él se había retrasado y Alex había terminado con un hombro dislocado, Jorge con una costilla rota, Siver estaba inconsciente y ella había recibido el rasguño de una bala en el costado donde no la cubría el chaleco, por llevar a cuestas a ésta última.

Alex había estado demasiado preocupado por Siver y Jorge demasiado aliviado de verlo, como para haberse molestado. Ella, en cambio, no tuvo reparos en demostrar su enfado y había intentado descubrir si acaso había adquirido el poder de fulminar con la mirada, sin resultados satisfactorios, lamentablemente.

Se encontraban sólo los cinco en el ascensor, de vuelta en la central y Jorge había pospuesto dar el informe grupal hasta la mañana. Aimée se arrinconó a la derecha y lo observaba a él haciendo lo mismo a la izquierda, sosteniendo su mirada sin intimidarse. Jorge bajó primero, excusándose con dejar una nota a su superior antes de irse a la enfermería.

—¡Llegaste tarde! —le espetó, una vez Alex se bajó en el piso siguiente, cargando a una Siver que no conseguía mantenerse en pie debido al golpe que había recibido; y quedaban sólo ellos dos, cada uno a un lado del ascensor.

—Pero llegué, ¿no? —pregunta él, de brazos cruzados.

—¡Podrían habernos matado a todos por tu descuido!

—Pero no lo hicieron —replica él—, porque Jorge piensa rápido y Alex sabe cuidarse a sí mismo y a los demás —hizo una pausa y su tono se torno casi resignado— y tú eres demasiado buena en lo que haces, Aimée.

No recuerda nunca haberle escuchado un cumplido, pero su sorpresa se desvanece al recordar que está enfadada con él, a pesar de lo que él diga.

—¡Eso no es excusa! Hubieras llegado un segundo más tarde y quién sabe qué...

—Exacto. Si hubiera llegado un segundo más tarde. ¡Y no lo hice!

—¡Eres imposible, Leonardo! ¡E irresponsable! ¡Tu poca preocupación podría costarnos caro la próxima vez!

—¡Y tú eres una maníaca controladora! ¡Todo salió bien, Aimée!

Siente su respiración agitada y todavía tiene la adrenalina corriendo por su cuerpo, que cuando ve la mirada que le está dando, no puede evitar el moverse para tirarle del cuello de la camisa para besarlo; y el sentimiento de culpa por estar haciendo algo que se había prometido no repetir se desvanece antes que pueda asentarse en su mente, al sentir que él le corresponde con el mismo fervor, sus manos buscando quitarle el chaleco reforzado mientras ella logra desabrochar los botones de su camisa con dedos ágiles.

Deja escapar un gemido que se pierde en su beso cuando se desprende del chaleco con rapidez, para volver a abrazarlo, a enredar los dedos en su cabello demasiado largo y siente las manos de él encontrar su piel bajo la camiseta. No logra retener un quejido al sentir el ardor en su costado, a lo que él reacciona con alejarse.

—Estás herida —dice, señalando lo obvio y haciéndole rodar los ojos.

—Gajes del oficio —responde ella, conteniendo la respiración al sentirle acariciar la piel rodeando la herida con los labios.

No se da cuenta de cuando él detiene el ascensor y tampoco de cuando intercambia sus posiciones y ella termina contra una de las paredes metálicas, sostenida por la baranda y por tener ambas piernas rodeándole la cintura, pero las agradece ambas cuando las nota. Escucha su propia respiración fuerte en el reducido espacio, viéndose reflejada de manera difuminada en la pared frente suyo, pero cierra los ojos al sentirlo rozar su cuello con los dientes levemente, conteniendo dejar escapar otro sonido.

Se sobresalta al sentir su celular vibrando en el bolsillo y le toma un segundo saber qué es, entonces – entonces piensa Dios, qué estúpida soy cuando él alza el rostro y la mira, inquisitivo.

Bloody hell.

—Leonardo, yo... —dice, y mierda, es que le cuesta hablar con coherencia al comenzar a volver a sus sentidos y saberse en la posición que está, tan cerca suyo como para poder sentir su respiración entrecortada y sus manos tibias ysusojosysucuerpoymierda—, esto no...

—Ya —interrumpe él, dejándola en el suelo con suavidad y recogiendo su chaleco para pasárselo, antes de volver a hacer andar el ascensor.

El sentimiento de culpa que había logrado no tener vuelve para quedarse, empedernido. Y al ver el mensaje en su celular, no sabe si agradecer o maldecir a Alex por interrumpir sólo para preguntar cómo estaba. Al llegar al piso de los dormitorios integrados, lo ve salir sin decir una palabra y se siente como una extraña todo de nuevo, mientras ella está de pie frente a los ascensores y él camina apresurado.

***

8 de Agosto, 2009
06:10 PM


Siete meses desde que pensara «qué más da» en Valparaíso, cuatro desde que le dijera «es mejor dejarlo aquí» y casi un mes desde esa madrugada en el ascensor. Tres semanas sin saber de él. Y no es que esté contando los días, pero era difícil no saberlo cuando los demás agentes a su alrededor seguían hablando todos los días sobre su tardanza.

Aimée se sienta a su escritorio, enciende el computador, revisa el correo, bosteza. El sonido que hace el ascensor al detenerse en el piso ni siquiera la interrumpe. Lo que sí lo hace es Alex alzándose unos metros más allá y gritando «¡Lío!» a todo lo que puede y haciendo una seña hacia las espaldas de Aimée.

—Te ves horrible —dice el menor en cuanto Aimée ve una sombra acercarse por el rabillo del ojo que supone es Leonardo porque distinguiría ese verde llamativo en cualquier lugar.

—Sí, eso pasa cuando te sientes como mierda —le escucha responder y oye la palmada que le da a Alex en la espalda. —Tengo que irme, me pidieron dar un informe para ayer.

Él continúa caminando y aparece en su campo de visión, tras su escritorio. Sabe que Alex se acerca por la manera en que camina y porque poco después se reclina en su mesa.

—Admítelo, estabas preocupada —dice, su voz sonando petulante. Intentaba ignorarlo antes de que empezara a hablar y le toma un segundo darse cuenta de lo que ha dicho.

—¿Qué? No.

—Y te gusta.

—Eso es estúpido. Ten cuidado con eso, tengo que entregarlo en dos horas.

—Entonces... —Alex vuelve a hablar, una vez se acomoda entre sus papeles y retira su café para hacerse espacio. –¿En serio vas a decirme que fue sólo — sólo fue...?

—Sólo fue joder. Y fue bastante bueno, a decir verdad. Pero no quieres saberlo.

—¡Aimée! —le reprende, y ella lo mira, extrañada. —Cuando lo dices así suena... suena un poco vulgar.

—Creí que...

—En España. O por allá.

—Hm. Entonces fue un buen polvo. ¿Mejor así? —pregunta y lo ve suspirar, resignado. Ella se dedica a su trabajo, hasta que lo nota observándola fijamente. —¿Qué?

—Tú le gustas.

—No seas bobo. Nunca hubo ninguna conversación que contemplara el gustarnos mutuamente, fueron solamente dos personas legalmente adultas admitiéndose una a la otra que tienen necesidades y que eligieron luego satisfacerlas juntas.

—Ah, mierda. Dime que no le dijiste eso... ¿lo hiciste? Dios, Aimée. ¡Con razón no hallaba la hora de largarse!

—¿Qué? —pregunta ella. Internamente se pregunta cuántas veces lo había hecho ya, luego lo olvida.

—¿Nunca has estado en una relación, acaso?

—Claro que sí. Incluso una vez en... —Aimée se interrumpe, al darse cuenta de lo que implica y a donde Alex pretende llegar. —Esto no es una relación, Alex.

—Que regularmente estés llegando a grado dos con una persona involucra un cierto grado de relación —especifica el menor, haciendo un gesto vago con la mano. —Y ustedes no se quedaron atrás ni se conformaron con eso solamente.

—Yo... Eso no... No es de tu incumbencia.

—¿En serio no sientes ni siquiera un... un cosquilleo cuando está cerca?

—Admitiré que sí parezco experimentar una sensación de nervios, pero me temo que es más el temor de que todo fuera a exponerse y no a lo que tú te refieres.

—¿Me estás diciendo que no le saltarías encima, después de regresar de una misión, mientras están en un ascensor sólo por culpa de la adrenalina?

Tiene la decencia de sonrojarse. Sobretodo por la manera en que lo dice. —¿Cómo fue que...?

—Compré la cinta. Soborné unos cuantos.

—Ah —tras una pausa, y viendo el rostro de Alex, agrega: —Gracias.

—Así que, ¿en serio no acabas de esconderte ahora porque piensas que harás algo así? —pregunta Alex, antes de girarse a verla a los ojos. Se medio sonríe sin razón y entonces Aimée sabe que trama algo. —Te desafío a buscarlo ahora y probar que me equivoco.

—No me tientes, Alex.

—No, de verdad, tentada.

—Mira, Alex... —suspira ella, poniéndose de pie y recogiendo los papeles que él antes había corrido, archivándolos en una carpeta. —No sé cuál es tu interés en todo esto y, francamente, creo que tampoco quiero saberlo. Pero ya me decidí que Leonardo y yo simplemente no somos compatibles. Hubiese sido irresponsable haber seguido con eso.

***

11:28 PM

Iba a irse al infierno, lo sabía.

Pero al menos sería de una manera bastante agradable, si dejaba de lado las repisas metálicas enterrándose en su espalda y quejarse sobre ello no era lo primero que le venía a la mente, cuando Leonardo seguía distrayéndola constantemente con sus manos y sus labios y su respiración y su calor y sus «Mierda, Aims» al oído—mientras ella intentaba retener algo de su cordura y no dejarse llevar y pensar que seguían estando en un clóset de materiales pero al menos no habían cámaras esta vez, que cuando él llegó a besarla no logró hacer nada para evitarlo y pensó bloody hell, I'm fucked.

(No pensó en lo literal de sus palabras hasta después, cuando ya no había marcha atrás — y mierda, es que Alex se pondría insufrible.)

***

Siete meses desde que pensara «qué más da» en Valparaíso, cuatro desde que le dijera «es mejor dejarlo aquí». Casi un mes desde esa madrugada en el ascensor. Tres semanas sin saber de él.

Borrón y cuenta nueva.

Un día desde que dijera que esto era el colmo.

[Continuará algún día en Parte 4]

1 comentario:

  1. Intro / Parte 1

    La intro: (algun mensaje subliminal?) Ok! Dependiendo qué tal quede su relacion y "lo-que-tengan", veré si se vuelve oficial para la historia. en too caso aun encuentro muy extraño el ver a ese par juntos, sin embargo, puede ser potencialmente bueno, por lo que veamos. Y Alex me pregunta porqué lleva un par de Caps sin ser el centro de atención, haha.

    Respecto a "OMAS Santiago, Chile" Podrias probar con "OMAS, Central Santiago, Chile" o "Agencia Santiago, Chile"

    Y qué paso despues esa noche en el bar hace 6 meses? Yo me imaginaba algo 1313, buena jugada con sorprenderme con algo distinto (pero no tan alejado con eso tampoco)

    "(aunque si los demás se habían enterado, todavía era un misterio)" Excelente detalle, me gustó.

    Me gustó el hecho de que estuvieran llegando en una mision y cuentes un poco qué pasó en ella.

    "–¡Y tú eres una maníaca controladora!" -> "Cariñosa desgraciada"?(talla interna)

    "...y ella termina contra una de las paredes metálicas, sostenida por la baranda y por tener ambas piernas rodeándole la cintura..." Respecto a esta parte, igual que miedo hacerlo en un ascensor. Pero como previa no es maalo 1313.

    Eso por el momento... Vas bien, sigue asi =)

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