24 enero 2014

On Fire (5)

Título:  On Fire (Parte 5)
Personajes:  Aimée Reed, Leonardo Ramírez, Alex Card, entre otros.
Advertencia:  Continuación de On Fire (4).


Lo primero que hace Alex al llegar es decirle a Siver: "Estoy bien", atajando sus preguntas incluso antes que se ponga en pie. La abraza unos segundos y le sonríe, como para asegurarle que está intacto, antes de volverse a Aimée con seriedad.

—No sé qué ocurre, será mejor movernos.

Aimée no espera más detalles, se levanta del piso y recoge su arma, da una mirada al cuarto en ruinas y los dirige hacia afuera en silencio.

Siver logra contactarlos con OMAS cuando están en cerca del Santa Lucía y recibe las coordinadas de una casona segura ya ocupada por dos equipos más. Al llegar, Aimée los deja con el resto de agentes y se encierra en un cuarto pequeño con los otros dos capitanes a deliberar sobre la situación.

Leonardo se acomoda contra una muralla y Alex hace lo mismo a su lado después.

—Volviste por Aimée —dice, y Leonardo escucha el reproche en el tono de voz que ocupa. —Después de dejar claro que no podías ni verla, menos trabajar con nosotros.

—Es más complicado que eso.

—No, la verdad no —dice Alex y se cruza de brazos; y qué lejos está el Alex descuidado que era cuando recién se conocieron. —Que hayas perdido a la Vale no te da derecho a desquitarte con Aimée y jugar al héroe trágico que no eres. Si querías cuidarla, debías haberlo hecho desde un principio y no ahora cuando la meterás en problemas, porque inevitablemente pondrá la cara para que no los reprendan con Siver; sobretodo sabiendo que desobedeciste órdenes por ella.

—Aimée puede cuidarse sola —dice él y reprime las ganas de conseguirse un cigarro. —Y no le pedí que interviniera por mí.

—Sin embargo, aquí estás; y eso es lo que hará, si no lo está haciendo ya.

Mierda, piensa y deja caer la cabeza hacia atrás. Lo piensa dos segundos y va a ponerse en pie para buscarla, cuando Alex lo detiene con una mano en su brazo.

—No interrumpas una reunión también, Lío. Ya estás acá y Aimée hará lo que quiera sin consultarte ni preguntarte.

—No sería la primera vez —dice Leonardo y alza una ceja cuando ve a Alex contener una carcajada. —Gracias por el apoyo moral, eh.

Alex corre la vista y pierde cualquier pizca de gracia que hubiera tenido entonces. —Un año atrás, hubiese dicho que te habías olvidado de Aimée por completo.

—Podría decirte lo mismo —dice Leonardo y frunce el ceño, se cruza de brazos. —Y de todo el equipo, también.

—Con la cara de perro abandonado que ponías con solo escuchar su nombre, ¿qué esperabas? —masculla Alex y sacude la cabeza. —Cuando llegaste de esa misión sin ella supinos que había pasado algo malo y nos quedó clarísimo que era mejor no mencionarla después que nos dieron la noticia de su transferencia y tú te negaste a darnos más detalles. Quisiste hacer cómo que nunca hubiera existido, Lío, y te dejamos; no me pidas que te apoye después de eso, porque Aimée no es una mina que no conozco.

Leonardo calla y, tras pensárselo un poco, suspira.

—Me caías mejor cuando no habías madurado tanto.

Alex sonríe. —Sí, bueno, a todos nos pasa algún día. Excepto a ti, al parecer, porque estás actuando como un pendejo de quince.

Leonardo deja escapar una maldición incoherente por lo bajo y cierra los ojos. Alex se pone de pie y le golpea una rodilla con la bota. —Estaré con Siver. Intenta no embarrarla mientras no estoy para detenerte.

—No prometo nada.

—Sí, conociéndote, eso no me sorprende. ¿Por qué crees que Aimée nunca quiso formalizar contigo?

—¿Qué?

Alex hace un gesto con la mano para que lo olvide y se aleja hacia el interior de la casona.

***

Despierta al sentir que le golpean el casco con los dedos.

—Lío, abre los ojos —dice Siver y mece una ración de emergencia frente a sus ojos. —Nos han puesto en el turno de las 6, Aimée quiere que comamos y tratemos de dormir algo arriba. Nos han reasignado a su equipo hasta nuevo aviso.

—¿Donde está el resto?

—El primer equipo salió a hacer un reconocimiento al cerro y unos del segundo están de guardia mientras otros salieron a asegurar el perímetro hacia un par de cuadras. Aimée y Alex están comiendo arriba ya.

Leonardo se levanta, estira los brazos y recibe su ración, le da las gracias y la sigue hacia el dormitorio común. Alex ya se ha sentado en una cama extendible y Aimée está de pie junto a la ventana, mordiendo un cereal bar verde, los únicos que come (y era de los pocos gustos que tenían en común: los cereal bar verdes y Kings of Leon).

Siver se sienta a comer en el suelo a los pies de la cama de Alex y él hace lo mismo junto a otra. A los minutos, los oye ponerse a hablar en voz baja; escucha el nombre de Antonia y piensa pedir noticias sobre ella y Jorge, pero ve a Aimée hacerle una seña y lo deja estar, arroja el desperdicio a la basura al levantarse.

—Estaremos aquí hasta pasado mañana, luego deberemos presentarnos a una de las sedes fantasmas, aún no me informan cuál —dice Aimée y le pone el resto de su cereal bar en la mano. —Hable con el capitán de su equipo en Quinta Normal, no presentará un reporte en vistas de la situación, pero recomiendo no volver a desobedecer órdenes de nuevo, porque si llega a haber una comisión sobre ti, entonces prestará testimonio para asentar precedentes. Lo mismo va para Siver, pero ella no suele hacer estas cosas.

—¿Y yo sí? —le pregunta, se come el cereal bar de una mascada y luego se encoge de hombros. —No, no respondas.

Aimée sonríe levemente y luego se aleja. —Aprovecha de dormir, despertarás con Alex a las 0550.

Pasan tres minutos antes de que la siga; la encuentra de nuevo en el patio, en cuclillas y con el radio entre ambas manos, hablando en voz baja.

—Venga, venga, funciona, fuck it, bloody stupid...—

Language, Aimée —dice él, sonríe y suelta una carcajada cuando la ve voltearse y rodar los ojos, probablemente consciente de lo que conlleva su elección de palabras. —¿No logras comunicarte con Cony?

—No, aún no. Sé que está a salvo, pero me preocupa de todas formas.

—Ya, entiendo... —dice, y cuando Aimée se pone en pie, Leonardo la abraza y la ataja antes que hable: —Sólo un segundo.

Aimée no responde y tampoco lo abraza de vuelta, pero la siente reposar la frente en su cuello por mientras dura el momento y eso basta.

***

Pasan un año entero de operativos y operaciones mientras OMAS se encarga de la situación terrorista; después, se retiran y la investigación queda en manos del gobierno. Aún así, lo citan a una cantidad de juicios que parece interminable.

Después, cuando la comisión de Asuntos internos de OMAS revisa su caso, lo suspenden un mes y lo supervisan por otros tres.

En todo ese tiempo, no tiene tiempo para nada. Apenas si alcanza a ir al funeral en memoria de Valentina y las demás víctimas del incendio del Bellas Artes. Se queda atrás, intenta no llamar la atención y no toparse con sus familiares.

Claro que, últimamente, nada le sale según sus planes y la hermana mayor de Valentina lo encuentra igual y se le acerca al terminar la ceremonia.

Apenas abre la boca para decir algo, Javiera le da un manotón en la nuca. —Eso es por no haberla salvado —le dice y luego le da un segundo manotón. —Y eso por creer que eso es cierto, imbécil.

Leonardo balbucea una incoherencia, sintiéndose como cuando su viejo lo pilló in fraganti robándose las llaves de un auto por primera vez.

—La Vale te quiso —interrumpe Javiera y suspira—, pero no iban a durar más, Lío, si hasta estaba pensando volver a patearte metafóricamente para que entendieras que ya estaba bien.

Y si se siente un poco como un golpe bajo (un poco bastante, si es sincero consigo mismo), intenta no mostrarlo.

—¿La tía...? —pregunta cuando recobra el habla, pero pierde las palabras.

—Mamá viene de una familia de militares. Estará bien.

Después de eso, nada. ¿Acaso había algo más que pudiera decir?

Javiera le da una sonrisa un poco débil y se aleja sin decirle otra palabra, ni siquiera adiós.

***

Al volver, se sienta al sofá, enciende la tele, hace zapping. Termina viendo una repetición de Games of Thrones. Se deja idiotizar por la historia, apenas siente cuando llega Jorge y se sienta a su lado, ofreciéndole una Heineken de un pack abierto en la mesa de centro.

Un pack se les hace poco y Jorge tiene libre el día siguiente, así que va a comprar dos más, por si acaso, y resulta ser un acierto cuando regresa y ve a Alex ocupando su asiento, revolviendo un mazo de cartas.

Leonardo se sienta en otro sofá y les ofrece una lata a cada uno, olvida que pretendía fumar un cigarro antes de sentarse a ver otro capítulo de GoT, maratón del sábado, al parecer.

—¿Póker, entonces? —pregunta Alex.

Él se sonríe y deja de mirar la tele. —Me vas a quedar debiendo de nuevo.

—Hay males peores —dice Alex y empieza a repartir las cartas.

Jorge vuelve de la cocina con un paquete de papas fritas, vasos y una botella de ron. —Para después —le dice a modo de advertencia.

Leonardo se encoge de hombros y se sonríe.

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